Antes de dejaros con mi relato, tengo que decir que es bastante larguito, por eso he decidido dividirlo en dos partes; es decir, hoy una parte de él, y mañana o pasado, la otra parte (el final).
Espero que lo disfrutéis, y perdonad si se me ha colado alguna errata. Aunque lo he mirado (y editado) varias veces antes de colgarlo es inevitable que se me haya escapado alguna :)
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Sueños de una cenicienta moderna
-¡Hoy es el baile!
Eso era lo único que Safira, más conocida como Sarah, no paraba de oír exclamar a sus compañeras con sus vocecitas chillonas. Ella las envidiaba. Quería compartir con ellas la alegría que sentían por el baile de invierno, pero no podía. Sarah no compartía las mismas ilusiones que las demás por bailar con un chico, llevar un vestido elegante…; por eses motivos, tampoco pensaba asistir a él.
Se hundió lo máximo que pudo en el asiento, esperando que el profesor de Historia hiciera su ilustre aparición en la clase y le hiciera la hora de enseñanza lo más amena posible. Sólo de ese modo podía dirigirse a su casa tranquilamente, después de cumplir el horario lectivo; encerrarse en su habitación y enfrascarse nuevamente en sus libros, para que el día de hoy fuera un hecho aislado. Esperaba, simplemente, olvidarse de su identidad y del resto del mundo cuando leyera cualquiera historia fantástica. Una voz la interrumpió en sus ensoñaciones:
-Sarah, ¿sigues en tus trece respecto al baile?- dijo Charles, balanceándose en dirección a ella.
Puso los ojos en blanco. Charles ya conocía la respuesta a eso, así que no le contestó, y él no le presionó más con el tema. Sabía que era mejor dejarla pulular por su mundo en la gran mayoría de ocasiones. Era una muchacha con una mente demasiado fantasiosa. Solamente volvieron a intercambiar unas vagas palabras sobre el baile al abandonar al instituto, centrándose la conversación en el traje de Charles y en su acompañante.
Más tarde, sobre las nueve y media de la noche, en casa de Sarah.
-Safira, dirígete a la cocina. Quiero hablar contigo –la llamó su madre desde la escalera que conducía a su dormitorio. Ella dejó el libro reposar sobre su modesta mesilla, y se encaminó a la cocina, para ver qué le quería; pensando en que debería recordarle como prefería que la llamaran.
Cuando llegó a la cocina un olor de guiso la recibió consiguiendo que a ella se le hiciera la boca agua, pero no era lo único que la recibía allí. Su madre, con una amplia sonrisa, sostenía en las manos un vestido de aspecto antiguo blanco, con un buen escote y recargado de pedrería. Un vestido precioso, para qué negarlo, pero más apropiado a los inolvidables años 80 que para la fecha actual. Su madre también le mostró unos tacones y un adorno ligero adorno para su cabello oscuro, a juego con el vestido.
-¿Para qué es ese vestido tan flamante y esos adornos?-preguntó Sarah.
-A ti, ¿para qué te parecen que son?-replicó su madre-. Para ti… Para el baile. He pensado que te gustaría algo blanco y elegante.
Los ojos de Sarah pasaron de la más pura fascinación por el vestido al horror absoluto. ¿Cómo no había supuesto que su madre iba a intentar arrastrarla de todas maneras? No lo iba a consentir. Ella lo había conseguido su asistencia en años pasados, pero no iba a consentir que la arrastrara al baile de este año. Ya tenía dieciséis años.
Sarah cortó la conversación acerca de lo preciosa que estaría con el vestido puesto con un hosco: no pienso asistir. Y tampoco vas convencerme para que lo haga.
Sin darle la opción de objetar, abandonó la cocina, dejando a su madre atrás, incrédula, con el vestido en las manos, y se encerró de nuevo en su cuarto. Esta noche no cenaría, decidió. No quería aguantar la cara ceñuda de su madre por no haber cedido a sus caprichos.
Al rato, sonó su móvil. A regañadientes, apartó otra vez la vista de la lectura y observó la identidad de quién la llamaba. Charles. ¿Es que no la dejarían tranquila en lo que restaba de la noche? Ya había dejado claro su postura.
-Charles, ¿qué tal en la fiesta?-preguntó intentando poner la mejor voz que podía, haciendo creer a su interlocutor que no ocurría nada por haberla llamado.
-Bien. Sarah, tienes un talento innato para engañar a la gente, pero conmigo no funciona- añadió mediante susurros-. Lo voy intentar por última vez, ¿seguro que no quieres asistir con nosotros? A Jessica no le importa que nuestra cita se convierta en una reunión de amigos. No le convence demasiado la idea de que te quedes esta noche.
Sarah se conmovió con esas palabras; otra persona, en el lugar de ambos, sobre todo en el de Charles, ya la habría dejado en un imposible, pero su decisión era inamovible.
-No, pero gracias por vuestro ofrecimiento. Es tarde, estoy cansada, y… no tengo vestido-mintió.
-No es tarde. Solamente son las diez y media, y no estás cansada, seguro que debes estar en el suelo con un libro entre las piernas. Y respecto al vestido, con unos simples vaqueros bastan.
Mierda, pensó ella. Había echado, en parte, su mentira por tierra.
-No insistas-pidió-. Ahora no tengo ganas de ir.
-Tú misma.-Y dicho esto, Charles colgó sin despedirse. Aunque quería añadir antes de colgar un: no sabes lo qué te pierdes, pero se contuvo.
* * * *
-¿Qué te ha dicho, Charles? ¿Va a asistir?-preguntó una voz desde las sombras.
El muchacho, lejos de sobresaltarse, respondió:
-No. ¿Qué vas a hacer? Su madre y yo ya lo hemos intentado, pero ella sigue en sus trece. Me parece que…
-Fácil-le interrumpió-. Le juré que bailaría con ella esta noche, y eso haré. Los dos hemos esperado bastante para eso.
-¿Cómo piensas hacerlo?- Tenía curiosidad de saber todo lo referente a él y a su poder, pero Charles era, como todos los seres humanos, un incrédulo para la magia, y por eso, como racional que era, la respuesta no le convenció lo más mínimo:
-En los sueños encontramos un mundo que es sólo nuestro-respondió misterioso, internándose más en las sombras, sin destino conocido para Charles.
2 comentarios:
Qué chulo *___* Tngo ganas ya de leer el final!!jeje besote ;))
Quiero leer la segunda parte :D
La última frase me ha recordado mucho a una que dice Dumbledore en Harry Potter, creo que en el 3er libro xD
¡Besos!
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